Estados Unidos.- La de «Misión: Imposible» es, tal vez, de las pocas sagas de acción que no decae. Tiene un pie en el estilo Bond y, como las nuevas del 007 con Daniel Craig, las películas con Cruise tienen mucho del cine de acción más tradicional y menos rimbombante por no decir ridículo- de las nuevas franquicias.
El hilo de la trama tiene de nuevo a la Fuerza Misión Imposible al borde de la desaparición. Hunt está tras la caza de El Sindicato, una organización terrorista que atenta contra las naciones con simpatías en Occidente. Pronto se sabe quién está detrás de ella (Sean Harris, con cara de Topo Gigio), pero la CIA, dirigida por Hangley (Alec Baldwin), cree que FMI tiene métodos pocos convencionales, así que la cierran y Hunt se queda solito y solo para descubrir la trama secreta de El Sindicato.
Aún sin una escena de acción excluyente (como la batalla final de la «MI 2», de John Woo, o la escena en el edificio de Dubai de «MI 4»), el director Christopher McQuarrie se las arregla para mantener la tensión y la atención en todo el metraje. Que decae algo en los últimos 20 minutos es igual de cierto.
En «Nación secreta» Cruise, que vuelve a ser productor, está menos secundado por Benjamin, Brandt y Luther. Algo se especuló con que «Nación secreta» podía ser la quinta y última de las «Misión», pero el final -sin adelantar nada, pero al estilo «Skyfall»- indica que la rueda bien puede haber tenido un nuevo empuje para que haya lugar para más aventuras.