México.- A pesar de la necesidad de Tigres, el que tomó las iniciativas del duelo fue el inter. A través de las intervenciones de Lisandro López, Valdivia, Nilmar y Andrés D’Alessandro, los de Porto Alegre llevaban el juego a la zona de Nahuel Guzmán.
Sin embargo, la jerarquía de André Gignat fue fundamental para despertar el delirio en Monterrey. El francés, que ya había amenazado a Alisson con un punzante centro hacia atrás para la llegada de Javier Aquino, recibió una pelota de Jurgen Damm e infló la red para que el grito también se celebre en la Argentina, dado que la clasificación azteca le permitía a River acceder al Mundial de Clubes.
Cuando parecía que el conjunto de Diego Aguirre iba a reaccionar mediante los disparos de media distancia de Valdivia, un pésimo cierre de Geferson descolocó a su arquero y estiró la ventaja a favor de los dueños de casa. El grosero error del lateral hundió al combinado brasileño y el «Volcán» tuvo su segunda erupción.
Los primeros movimientos del complemento los del «Tuca» Ferreti tuvieron la oportunidad de liquidar el compromiso por la infracción que le cometió Willam a Aquino. Rafael Sóbis se hizo cargo del penal que sancionó Carlos Vera y con un anunciado y débil remate hizo lucir al guardameta «gaucho», quien le dio una vida más al Inter.
De todos modos, el hombre con pasado en España tuvo su revancha al asociarse con Damm. El volante con raíces alemanas recibió del brasileño y habilito a Egido Arévalo Ríos para que el uruguayo establezca la humillante victoria. La conformación de la conquista tuvo una diversidad cultural que se resumió en una palabra: la del gol.
El agónico tanto de Lisandro López no le impidió a Tigres seguir con la ilusión de ser el primer mexicano en conquistar la Copa Libertadores. Su estadía en la final del certamen más codiciado del continente le permitió a River sacar los boletos a Japón, donde disputará el campeonato que reúne a los mejores del planeta y tendrá la participación del Barcelona, Auckland City y América (todavía restan definirse las plazas de África y Asia). Sin disputar el compromiso más importante del torneo, el «Millonario» ya cumplió uno de sus objetivos, y el sueño continental atravesó los océanos para convertirse en mundial.