Un trabajador petrolero de Catriel, quien había contratado a una mujer para que se ocupara de las tareas domésticas de la casa en la que vivía, deberá abonarle una indemnización especial a la mujer en cuestión, luego de haberla despedido a través de un mensaje de texto.
Según el detalle del caso, la vivienda en la que la mujer trabajaba era alquilada por la empresa que contrataba al petrolero, y allí mismo también residían otras dos personas. De esta forma trabajó allí durante cinco años, hasta que se le dio aviso, mediante un mensaje de texto, que estaba despedida.
Entendiendo que había sido despedida sin motivo alguno y sin preaviso, y que además siempre había estado en una situación irregular en cuanto a su contratación (jamás fue registrada por su empleador), la mujer decidió llevar al petrolero a la Justicia, en los tribunales de la Cámara Laboral de Cipolletti.
A partir de allí, la mujer reunió pruebas en las que demostraba que se desempeñaba de lunes a viernes, tres horas diarias; que la casa era alquilada por una empresa del rubro petrolero para los trabajadores de ese sector, y que allí vivían otros dos empleados.
De esta forma, la mujer le envió una carta documento a su patrón para que le aclarara la situación laboral.
Sin embargo, el hombre nunca contestó y no se presentó ni al juicio ni a la audiencia de conciliación. El tribunal valoró toda la prueba aportada por la mujer y condenó al empleador a pagarle sumas de dinero con intereses en concepto de remuneraciones, liquidación final, indemnizaciones por despido y previstas por el artículo segundo de la ley 25.323.
Esa ley, que es la de indemnizaciones laborales, dispone un incremento del cincuenta por ciento en los montos para los casos en que el empleador no abone el dinero y obligue a los y las trabajadoras a iniciar acciones judiciales para cobrar. El empleador fue condenado también a pagar todos los gastos del juicio.