Esta semana en Argentina comenzaron a regir nuevas restricciones para la compra de dólares en el mercado oficial. Al Impuesto PAIS (del 30% por sobre el precio oficial) se le suma otro concepto: retenciones de ganancias por 35%. Esto quiere decir que, a partir de ahora, para comprar dólar ahorro o para pagar compras en dólares con tarjeta de crédito, como por ejemplo un servicio de entretenimiento como Netflix, el tipo de cambio será de $132 por dólar. Este número surge de agregarle un 65% extra de impuestos al tipo de cambio oficial de pizarra que ronda los $80.
¿A qué se deben estas nuevas restricciones? Básicamente tienen que ver con que en los últimos meses la demanda de dólar oficial creció exponencialmente por parte de las personas humanas. Mientras que abril un poco más de un millón de personas compraron dólar oficial por un total de U$D248 millones, en el mes de julio la cantidad de personas que lo demandaron ascendió a casi 4 millones y lo hicieron por un total de U$D876, es decir que en julio 2.700.000 personas nuevas se sumaron a la demanda de dólares respecto a abril y lo hicieron por un monto 3,5 veces superior.
Al encontrarnos en un país con exportaciones deprimidas y en el cual no ingresan capitales del exterior, el crecimiento de la demanda de dólar ahorro genera como contrapartida caídas en las reservas del Banco Central, ya que no hay dólares “nuevos” que ingresen a la economía para satisfacer esa demanda. Es justamente esta caída de reservas lo que se busca evitar dado que los dólares cash en poder de la autoridad monetaria se encuentran actualmente en valores mínimos (se calculan en alrededor de USD4 mil millones).
Lo que propicia este mencionado aumento de la demanda de dólares no es más que la abundancia de pesos: en lo que va del año, el Banco Central imprimió $1.5 billones para financiar al Tesoro. Parte de los nuevos papelitos pintados se fueron a los pasivos del BCRA (se transformaron en LELIQS y pases) y otra parte se encuentra circulando entre los agentes de la economía. Por ley de oferta y demanda sabemos en términos generales que todo bien que abunda en un mercado pierde valor. Esta regla no escapa al peso argentino y su pérdida de valor se la conoce como inflación. No es más ni menos que la expectativa (bien fundada) de que la inflación se acelere la que genera mayores incentivos en las personas a “huir” de los pesos para refugiarse en otros activos.
Como este gobierno no tiene ninguna intención de solucionar los problemas de raíz, es decir de hacer las reformas estructurales que necesita Argentina para volver a crecer, se terminó optando por la solución más predecible y menos eficiente de todas: agregar más restricciones e impuestos para la compra de dólar oficial. De esta manera, el Banco Central intentará evitar la sangría de sus reservas sin que el Gobierno Nacional deba resignar recaudación tributaria.
Juan Manuel Morález, economista