La historia del Michael Jackson neuquino que baila en los semáforos de la avenida Argentina

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Gentileza LMNeuquén.

En Neuquén, hace una semana que no para de llover. En un semáforo de la Avenida Argentina, a la altura del Monumento a San Martín, Carlos Di Lorenzo hace siete días que baila debajo del agua. Baila para ganarse el mango del día. Lo hace con alegría y sin quejarse.

Además, lo realiza sin música, porque teme que la tormenta le arruine los equipos. Pero él se mueve y los automovilistas ya saben que está tirando pasos de Michael Jackson.

Muchos arengan y tocan bocina. Otros ponen Billie Jean desde el auto, suben el volumen de los estéreos, mueven sus cabezas, y en pocos segundos se arma un clima espectacular.

Él retribuye dándolo todo: juega con el sombrero, hace los pasos de robots, se mueve como zombi y hace el moonwalk a la perfección. También le queda tiempo para buscar su recompensa en cada auto. Todos le dan dinero. Es conocido como el Michael Jackson Neuquino: baila acá desde que tiene 12 años, y hace 15 que se dedica a esta actividad, y a esta altura ya es un ícono de la ciudad.

“Cuando me toca bailar debajo de la lluvia pienso en los chicos de Malvinas y en lo mal que estaban ellos. Lo que hago es una boludez al lado de eso”, dice Carlos, que tiene 27 años, y que lo último que quiere es sonar demagogo o intentar sensibilizar. Todo lo contrario: con tantos años sobreviviendo en la calle, hizo un estudio de mercado y arribó a una teoría. “La gente le esquiva a la lástima, entonces mientras más cheto sea el show, mejor. Al menos yo le busqué esa vuelta, por eso trato de hacer algo bien atractivo, con luces, parlantes, llevo micrófono”, cuenta este joven al que puede vérselo todos los días en el semáforo del monumento, entre las 17 y las 21 horas aproximadamente.