Esta semana causó estupor en la capital neuquina la noticia de un niño que fue olvidado por sus padres en el auto mientras iban a sus trabajos. Las primeras reacciones; sobre todo en redes sociales donde la impunidad de escribir anónimamente es muy cruel; fueron de condena.
Otras personas pensaron: “qué quemado tenés que estar, que nivel de estrés, pobres papás”. Y es más por ahí que por la irresponsabilidad o negligencia.
El psicólogo y neurocientífico David Diamond, de la Universidad del Sur de Florida, en Estados Unidos, dedica parte de su carrera al estudio de los casos en que padres o madres olvidan a sus peques en los autos.
Los estudios realizados en casos similares coinciden en que en la mayoría de los casos, los padres no olvidan a sus criaturas en el auto por negligencia; sino por cambios en la rutina y la forma en que funciona nuestro cerebro y la memoria.
«Todos los padres reportan haber sufrido un lapsus de memoria. Y casi todos se olvidaron de sus hijos en el auto después de cambiar su rutina, ya sea porque decidieron tomar una ruta diferente o porque tuvieron que llevar a los bebés a la guardería antes», le dijo Diamond a BBC News.
Esto le puede ocurrir a cualquiera, pero el estrés o la falta de sueño, son causas que potencian las posibilidades.
Los episodios se volvieron tan comunes en Estados Unidos, que hasta se le puso un nombre: Síndrome del bebé olvidado y existen organizaciones que se dedican exclusivamente a la prevención y seguimiento de casos.
El sufrimiento de la familia del nene que esta semana quedó seis horas encerrado es tan profundo que lo último que necesita es el dedo acusador de la población. Tengamos empatía; nadie está exento de que le suceda.