«Los medios intoxicaron la cabeza de los argentinos” dijo la semana pasada el presidente Alberto Fernández, en un acto para celebrar el 77ª aniversario de la fundación de SMATA.
El presidente se refirió así a los medios a pocos días del día del periodista, profundizando en esa vieja y absurda rencilla que el kirchnerismo viene teniendo para con los medios. La “lógica del medio enemigo”, fogoneando un «periodismo militante», ha sido una estrategia habitual que comenzó Néstor Kirchner, continuó Cristina Fernández y ahora parece querer acrecentarla Fernández.
Este año -bien vale recordar que recién estamos en el mes de junio- ha sido un año complejo en materia de libertad de expresión y ejercicio periodístico, producto de las controvertidas declaraciones de funcionarios del Gobierno. La puesta en tela de juicio del off the récord de la portavoz Gabriela Cerruti, el canciller Santiago Cafiero insultando explícitamente a un periodista en programa de radio, un proyecto para regulación del uso de los redes sociales por parte del secretario de Asuntos Estratégicos y constantes ataques a periodistas y medios provinciales donde gobernadores son amos y señores feudales son solo algunos de los ejemplos que dejan más dudas que certezas. Seguir acrecentando esa otra grieta con los medios de comunicación resulta extremadamente peligroso para quienes defendemos la libertad de expresión.
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Hace pocos días también, en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, FOPEA presentó un informe anual de Libertad de Prensa, en el cual explicaba que durante el año 2021 se registró un 32% más que el año 2020, en materia de ataques a periodistas. “Libertades bajo amenaza. Tras la pandemia, crecen el acoso y el hostigamiento contra la prensa crítica” El momento de redoblar la defensa con más y mejor periodismo” es el título del informe que presentó hace poco más de un mes el Foro de Periodismo Argentino. Y es allí, en esa “defensa con más y mejor periodismo” donde el periodismo debe trabajar más. Frente a avances con ribetes que coquetean con el autoritarismo, sólo el periodismo responsable nos dará una brisa republicana para no caer en prácticas nefastas del pasado.
Estas desacertadas afirmaciones de Fernández vuelven a evidenciar el divorcio total del Gobierno para con la ciudadanía y ese deseo de imponer al periodismo como el “mal de todos los males”. Y esto no pretende ser una defensa corporativa del mismo, que también deberá revisar algunas prácticas repudiables en cuanto a la ética periodística y aggiornarse a estos tiempos modernos de alguna manera en la cual no se caiga en la telaraña del facilismo y la desinformación. Pero son tristes las expresiones del presidente como si fuera culpa de los grandes medios que la inflación crezca y crezca, mirando de reojo la cornisa de los tres dígitos en la proyección anual para 2022 de varias consultoras o sean los propios periodistas los causantes del coqueteo geopolítico que privó a muchos argentinos de vacunas norteamericanas, vacunas que ya es sabido, habrían salvado muchas vidas. Irónicamente el presidente habló del reconocimiento de la OMS en el acto de SMATA.
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El periodismo ya tiene demasiadas complejidades para su propio ejercicio profesional, entre deficiencias salariales y una dinámica de trabajo que se ha visto alterada por la irrupción tecnológica que obliga a dar un salto de calidad para captar la atención de los ciudadanos. Como también lo ha sido el avance definitivo de la desinformación, el consumo burbuja y tantos aspectos que solo han complejizado su labor. Añadir presiones políticas y cuestionamientos constantes a su tarea no sólo da cuenta de una gran irresponsabilidad política y social sino que también atenta contra la libertad de expresión y con ello a la democracia republicana. Es añadirle nafta al fuego en momentos delicados para nuestro país. Eso también es intoxicar el discurso y el periodismo no debe permitirlo.