Tres cordobeses, Lucas Toledo, Agustín Augustinoy y Eric Sevillia buscaron la solución a la problemática de la movilidad en las grandes ciudades. Después de dos años de desarrollo, el equipo de emprendedores presentó Gi Bike, la primera bicicleta eléctrica de origen argentino.
Catorce meses después, con una inversión de 1 millón de dólares de diversos fondos y el interés de automotrices como BMW, Porsche y Ford, el producto está a pasos de comenzar su etapa de fabricación.
La Gi Bike es de aluminio y viene en dos versiones: una eléctrica y otra standard, de 17 y 12 kilos cada una. Ambas se pliegan en tres segundos y en un solo movimiento. Además, cuentan con un sistema anti robo que bloquea a la bicicleta cuando su conductor se aleja más de tres metros.
El camino para llegar al modelo final de la Gi Bike no fue fácil. El equipo aplicó a una beca del Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR) por $150.000, pero recibieron el dinero dos años después. El proceso para conseguir los fondos necesarios para fabricar los prototipos fue “todo a pulmón”. La primera versión que hicieron fue de madera; después, compraron una impresora 3D casera para hacer otra de plástico. “Tuvimos varias complicaciones: hasta se nos prendió fuego la mitad de la habitación por una falla en la impresora”, recuerda Toledo.
El 29 de septiembre, Bignay Inc. lanzará un nuevo proyecto en Kickstarter para recaudar fondos para comenzar con la producción del producto. Con un proceso de fabricación descentralizado en distintas partes del mundo, los emprendedores argentinos planean enfocarse en Europa y los Estados Unidos como potencial mercado para la Gi Bike. Sobre la posibilidad de conseguirla en el país, Toledo afirma que su invención “es un producto caro para América latina”. Sin embargo, promete que “como lo más caro es el chasis, que es de aluminio, estamos por desarrollar un modelo que tenga las mismas características pero en otro material”