Buenos Aires.- Hubo una explosión de desahogo en el Monumental. Vaya que esta Copa Libertadores le ha costado a River, que finalmente y por obra de esos milagros que hay quienes aseguran que existen, se clasificó a los octavos de final al golear 3-0 a San José de Bolivia cuando apenas si tenía signos vitales, cuando ni goleando le alcanzaba pero así es la Copa. El impensado 5-4 que Tigres logró ante Juan Aurich terminó por abrirle la puerta. Así, loca, insólita, increíblemente…
River la pasó mal siempre, o casi. En los anteriores cinco partidos de un Grupo de los cuales ni uno había podido ganar antes rivales de tan poco nivel. Y aún cuando en el sexto, el definitivo, goleaba. Ganaba ya 3-0 y estaba eliminado por Juan Aurich también lo hacía en su estadio ante los mexicanos.
Pero llegó el minuto 67 en Chiclayo. En ese momento Dieter Villalpando marcaba el empate en tres para Tigres y ahí, recién ahí, River se clasificaba. Recién en ese momento el «millonario» estaba en Octavos de final de una Copa en la que antes había jugado más de 850 minutos y siempre había estado eliminado.
En las tribunas y a lo largo de los 90 minutos, los hinchas que colmaron el Monumental vibraron al ritmo de lo que pasaba en Chiclayo. Gritaron los dos primeros goles de Tigres y quedaron paralizados con el empate de Aurich mientras en Núñez no pasaba nada, o al menos nada bueno porque River no era definitivamente superior en llegadas de peligro y San José había creado acaso la más clara después de la que Rodrigo Mora estrelló en el travesaño a los tres minutos: fue a los 38 cuando Marcelo Barovero se hizo gigante una vez más y evitó la caída de su arco con una atajada magnífica.
Cuando el nerviosismo se hacía palpable porque el primer tiempo agonizaba y River no había logrado marcar, llegó el gol de Rodrigo Mora, el primero de los dos que hizo. Fue a los 42minutos del primer tiempo gracias a un remate cruzado a la salida de un córner que entró por el segundo palo del arquero Carlos Lampe.
El final de la primera parte encontraba a River eliminado porque Aurich había marcado dos para empatar ante Tigres y lo pasaba por diferencia de gol. En el complemento, las noticias eran aún peores: los peruanos se ponían en ventaja y allí no había goleada que salvara a los de Gallardo, que entonces ya ganaban 2-0 por el segundo de Mora, de penal.
Poco después llegaba el tercero de River marcado por Teófilo Gutiérrez a los 11 del segundo tiempo pero todo era en vano, al menos por el momento. Los mexicanos, que habían viajado a Perú con una delegación que ni siquiera les alcanzaba para completar el banco de suplentes, dio muestras de dignidad que se había puesto en duda.
A los 67, a los 74 y a los 82 marcó tres goles que lo pusieron al frente del marcador por 5-3.Los hinchas de River ya habían perdido todo interés en lo que pasaba en el Monumental yexplotaron por lo que ocurría en Chiclayo. ¿Ahí terminó todo? No, claro que no. Juan Aurich sabía que ganando pasaba y no se daba por vencido. Buscó y buscó hasta el final y encontró su cuarto gol cuando aún quedaban 10 minutos por jugarse.
El tiempo finalmente transcurrió. Se terminó el partido en Núñez pero aún había que esperar porque en Perú jugaron un par de minutos más que, por fin para los corazones millonarios, una vez terminaron. Y hubo abrazos y lágrimas y gritos y emoción. El equipo «millonario sólo pasó a Octavos de final. No es poco. Para este River, es como haber vuelto a vivir.
Queda mucho trabajo por hacer, máxime cuando Boca podría ser el próximo rival. Festejar por haber necesitado de un milagro para superar acaso el grupo más accesible sería equivocarse, pero quién le impide a River celebrar.
Fuente: Infobae