Todo empezó con Claudio Domínguez, concejal del MPN diciendo que Juan Peláez, colega de la UCR, había nacido en “cuna de oro” y por eso no entendía las necesidades de los barrios.
Peláez respondió que sus padres llegaron a Neuquén en una motoneta y que colaboraron con el gobernador de entonces, Felipe Sapag, para construir centro de educación física de la ciudad (CEF1).
La discusión siguió hasta que Domínguez acusó a Peláez de deberle a la municipalidad más de 10 millones de pesos. La respuesta fue que tener una deuda no es pecado ni corrupción y que se está pagando. De paso le enrostró que la provincia le debe a la clínica que Peláez representa mucho más de lo que él debe al municipio.
El radical siguió pegando. “Desconocen cómo funciona la actividad empresarial o comercial porque siempre vivieron del Estado, no administraron ni un kiosco” dijo.
Se desempolvó la denuncia que la justicia investiga contra funcionarios municipales y se puso en duda la capacidad del emepenista para integrar el Consejo de la Magistratura.
El pugilato verbal terminó cuando la presidenta del cuerpo amenazó con aplicar el reglamento por falta de respeto y mala fe entre integrantes de la institución.
Tiempo, recursos y energía desperdiciados en chicanas, mientras que quienes habitamos la ciudad esperamos que nuestros representantes estén a la altura de las circunstancias.