La particular mirada de Chiche Gelblung sobre el asesinato de Lola Chomnalez

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Buenos Aires.- El haberme distanciado hace algunos días de la crónica diaria me permite tener una visión diferente de los hechos periodísticos. El espantoso crimen de Lola Chomnalez sacudió la modorra de fin de año tanto en Uruguay como en la Argentina.

Es obvio que a los locales no les gustó que el crimen ocurriera en su territorio, pero así sucedió: justo en el momento en que el turismo empieza a desplegarse en todos los departamentos uruguayos.

Rocha y sus cercanías son zonas de alto turismo, pero son un mal escenario para pretender un verano perfecto. Lola Chomnalez, una bellísima adolescente argentina,fue asesinada justo en esa zona crítica y poco preparada para la investigación de crímenes de alta complejidad.

Pero como las fiestas amodorran a cualquiera, también lo hicieron con los investigadores, que debieron haberse desplegado rápidamente para intentar esclarecer este espantoso crimen. En pocas horas determinaron que una brigada algo más sofisticada viajara desde Montevideo para colaborar en la obtención de datos y pruebas que lleven al esclarecimiento del delito.

Todo lo que la jueza López había recolectado hasta el momento resultó poco eficaz para siquiera mantener durante 48 horas detenidos a los 2 presuntos cómplices del asesinato.

Por eso la madrina y su pareja quedaron en libertad, dejando todo en la nada. El sistema de información uruguaya a la prensa en temas policiales y judiciales es espantosamente cerrado, escabroso e irrespetuoso de la condición de los periodistas.

Muchas veces hemos tenido que investigar sucesos criminales en Uruguay y siempre ha sido muy difícil. Practican con la prensa en temas policiales lo que se llama Black Out: lo que no les gusta que se publique, se oculta, se niega o se evita para que no tome trascendencia de cualquier manera.

Aparentemente, el primer objetivo de esta investigación es intentar evitar que se suponga que este crimen pudo haber sido cometido por uruguayos, lo cual sería mucho más desagradable todavía.

Pero aún no se sabe si los culpables son argentinos o locales, por ende, no se sabe nada. No se conocen los móviles de este horrible crimen, y ni siquiera hay una hipótesis medianamente razonable en la cual basarse.

Cuando hablan los voceros oficiales, no dicen nada. Utilizan los lugares comunes de siempre: «Estamos trabajando intensamente para conocer la verdad», es la frase más escuchada.

Cuando lo hacen los abogados de las partes, tanto de la víctima como de los presuntos sospechosos, tampoco suman demasiado.

Es un sistema que funciona con el ocultamiento: pasados varios días, lo único que puede saberse es que Lola fue asesinada y que para las autoridades hubiera sido mejor que muriese en un «accidente»… por eso es que hablan de asfixia por la arena en los pulmones.

¿Qué es lo que pretenden? Muy simple: determinar que la muerte de Lola habría sido a causa de una caída y que en los agónicos suspiros finales le habría ingresado arena en la zona respiratoria.

Mencionaron los «médanos vivos», como si se tratara de arenas movedizas que se tragan a las personas.

Es realmente lamentable que la Justicia penal uruguaya desconozca un lugar común en la investigación criminalística: tiempo que pasa, verdad que huye. Así van transcurriendo los días, siendo cada vez más difícil llegar a un esclarecimiento de semejante atrocidad.

La morosidad de esta investigación se emparenta con las siniestras formas de ocultamiento que existen en la Justicia argentina cuando se trata de crímenes de adolescentes. Sin ir más lejos, el caso de Melina Romero pasó a ser una entelequia imposible de resolver, el esclarecimiento de dicho crimen pareció una fantasía para novelas de terror.

Cuando de crímenes de adolescentes se trata, los investigadores del mundo entero saben que las causales no son tan variadas como pretenden hacer suponer. Si hay una adolescente se está hablando siempre, siempre, siempre de un crimen de connotaciones sexuales, haya habido o no intento de abuso o acceso carnal consumado.

Buscar otros razonamientos es entrar por el camino absurdo hacia conclusiones más ridículas aún. El de Lola Chomnalez es, sin dudas, un crimen de características sexuales, y esa es la primera pista que hay que seguir.

No sólo la policía y la Justicia uruguaya ocultan información, sino que además ponen en ridículo a todos los enviados especiales, que ante cada pregunta de los conductores de sus programas contestan con otros cuestionamientos.

«¿Y cómo sigue esto ahora?», es la típica pregunta del periodista en el piso. Ese es, precisamente, el misterio: cómo sigue esto ahora.

Esta absurda forma de investigar y el evidente deseo uruguayo de que el crimen no les hubiera ocurrido no es la mejor forma de llegar al esclarecimiento del episodio.

Quizá haya sido un argentino el asesino, o tal vez un uruguayo. Eso no debería importar. Sin embargo, a la luz de la escasa investigación que se hizo hasta ahora, se busca que el caso cierre en un crimen intrafamiliar y, a lo mejor, pese al desagrado de las autoridades, sea un crimen exofamiliar.

Lo único que importa es que, sin prejuicios ni falsos nacionalismos, trabajen para el esclarecimiento, no para bloquear la verdad, cuando ésta es molesta.

Les cayó un crimen en mala época, y justo con una argentina. Eso es lo que más bronca les da.

Por «Chiche» Gelblung
Director Diario Veloz

(Fuente: Diario Veloz)