El papa Francisco pidió no cerrar la puerta del perdón

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Roma, Italia.- «Dios no tiene memoria del pecado, sino de nosotros, de cada uno de nosotros, sus hijos amados. Y cree que es siempre posible volver a comenzar, levantarse de nuevo». El papa Francisco le puso fin hoy al Jubileo Extraordinario de la Misericordia no sólo cerrando la pesada puerta de bronce de la Basílica del Vaticano, sino con un fuerte llamado a mantener la actitud de compasión, perdón y esperanza que caracterizaron el Año santo.

«Pidamos la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y del perdón, sino de saber ir más allá del mal y de las divergencias, abriendo cualquier posible vía de esperanza. Como Dios cree en nosotros, infinitamente más allá de nuestros méritos, también nosotros estamos llamados a infundir esperanza y a dar oportunidad a los demás», afirmó en la misa de cierre del Jubileo, que concelebró con los 17 cardenales de cinco continentes creados ayer en su tercer consistorio.

El rito solemne comenzó minutos antes de las 10 de la mañana (las 6 en la Argentina), cuando, después de leer una fórmula, Francisco, con el rostro serio, concentrado en la oración, cerró el pesado portón de bronce de la Basílica de San Pedro. Entonces, reinaba un silencio sobrecogedor en el atrio del templo más grande del mundo. A diferencia de lo ocurrido en la ceremonia de apertura, no participó Benedicto XVI, que ayer saludó a su sucesor y a los nuevos cardenales al final del consistorio.

En medio de un fuerte operativo de seguridad, unas 70.000 personas lo escucharon en una jornada fría pero soleada. Al final de la misa, el Papa firmó la Carta Apostólica «Misericordia et misera», dirigida a toda la Iglesia para continuar a vivir la misericordia con la misma intensidad experimentada durante el Jubileo extraordinaria, que será difundida mañana. Saludó luego, uno por uno, a los miembros del colegio cardenalicio y tuvo un baño de multitud al recorrer la Plaza de San Pedro en papamóvil, cuando fue aclamado por la gente.