Neuquén.- La muerte de Pablo Vallejos desnuda una problemática profunda y difícil de desentrañar.
Un policía actuó ante el intento de robo de dos personas y una de ellas murió de un disparo en el pecho. Todo sucedió en la ciclovia de la calle 12 de septiembre en Neuquén capital.
En las últimas horas se supo que el oficial fue liberado y casi simultáneamente aparecieron amenazas en su contra.
A través de redes sociales, jóvenes relacionados con Vallejos escribieron que la situación será «ojo por ojo».
«Justicia por vos, loko, esto no queda así, va a tener que caer uno de ellos ahora. Ojo por ojo diente por diente. Compañero, vos sí que eras la verdadera chispa y pensar que la otra vez estuvimos compartiendo y hablando de todo, gato se te va a extrañar en la banda”, señala el mensaje.
Medios periodísticos alternativos apuntan a la estigmatización. «No fue un hecho aislado. No tiene que ver con un gobierno en particular. No se parece en nada a algo que pueda resolverse en una urna. Es una política de estado transversal a todas las gestiones. Es una cultura. Es la cultura represiva. Es la cultura de la propiedad y del castigo», opina El Zumbido.
Lo verdaderamente cierto es que Vallejos registraba antecedentes por robos, uso de armas, amenazas y encubrimiento.
A los 22 años murió de un tiro disparado por un uniformado, como una película cliché de «ladrones y policías». Pero no fue una película, todo es real.