Buenos Aires.- A las 14:45 de la tarde, del 17 de marzo de 1992, un furgón cargado con explosivos era conducido por un terrorista suicida que se inmoló estrellando su coche contra el frente del edificio de la Embajada de Israel en Buenos Aires y la sede del Consulado, al lado.
Si el blanco eran judíos, cayeron muchos más porque también perdieron la vida peatones, albañiles, conductores y adultos mayores de un geriátrico que funcionaba enfrente de la embajada.
Hoy se cumplen 29 años de aquel atentado que marcó un triste hito en el país: el terrorismo internacional llegaba a la Argentina.
Dos años más tarde, el atentado del 18 de julio de 1994, con otro coche bomba, en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) dejaba otras 85 víctimas. Dos caras de la misma moneda.
En ambos casos, era Carlos Menem el presidente de la república. En algún momento, el ex presidente fue acusado de “desviar la causa” al pedirle a un juez que no siguiera la “pista siria”. No fue encontrado culpable.
Ninguno de los dos actos terroristas encontró culpables directos, a excepción de la sospecha que recayó sobre Imad Fayez Moughnieh, Jefe de Seguridad Especial del grupo libanés Hezbollah, a quien los servicios de inteligencia israelí “identificaron” en 2008 como partícipe en ambos hechos. El sospechoso moriría el 12 de febrero de 2008 en Siria, cuando explotó el coche en el que viajaba.