Río Negro.- El 15 de octubre de 1926, un puñado de ciudadanos soñadores de la ciudad de Cipolletti redactaron y firmaron el acta de creación de Cipolletti Athletic Club. Nacía el club más importante de la Patagonia argentina.
A fuerza de solidaridad y esfuerzo, el club creció a la par de la ciudad misma y probablemente eso sea que la comunidad cipoleña se sienta tan cercana a la institución. Sin embargo, es tanta la magia construida entre las paredes y metros de césped o polvo de ladrillo que la pasión por el club cruzó fronteras y llegó a corazones foráneos.
No es necesario viajar muy lejos, en Neuquén hay seguidores y fanáticos del Albinegro. De esto se trata Cipolletti, es mucho más que una ciudad y mucho más que un mero equipo de fútbol. Buenos Aires, Italia, Estados Unidos. No hay fronteras para el club más representativo del sur argentino.
Esta redactora ha sido testigo de innumerables rifas y sorteos con el fin de juntar dinero para las inferiores de fútbol, para cambiar la lona de la pileta olímpica o comprar vestimenta para el equipo de hockey.
La institución se desarrolló gracias al esfuerzo y el compromiso de muchas personas y hasta hoy se mantiene esa actitud. De hecho, hay una pintura bastante significativa en la entrada de acceso a la cancha sobre la calle O’Higgins: «A Cipo lo hace grande su gente».
Por los logros, la gloria, las estrellas que corrieron por su césped, las promesas de la natación que nadaron y siguen haciéndolo, por las familias que acompañan a sus pequeños deportistas, por quienes sudan bajo el sol buscando el pique de la pelota tomando fuerte la raqueta, por los que cruzamos el Puente Carretero todos los domingos en busca del gran amor. Cipolletti germinó siendo grande, lo dice la historia y cada corazón que late pintado de blanco y negro.
Alejandra Barros.