0

La vida los separó y la misma vida los vuelve a encontrar. Casi 4 años pasaron para que la historia porteña se pueda volver disfrutar en un campo de juego.

El 30 de abril de 2011 había sido la última vez que San Lorenzo y Huracán se habían enfrentado. En aquel cruce, el Ciclón fue el ganador por 3 a 0 pero esa no es la cuestión. El tema en cuestión es que el fútbol argentino recuperó algo tan importante como un clásico perdido.

Al hablar de la Capital Federal y sus cuestiones más tradicionales, es difícil no nombrar al Obelisco, la Casa Rosada, el Cabildo, la Avenida más ancha del mundo como la 9 de Julio o la más larga como la Rivadavia.

Hacer referencia a lo más emblemático de la ciudad porteña y no mencionar el gran Clásico de Barrio es obviar una cuestión tan fundamental como no conocer la historia de la ciudad.

Tanto el Cuervo cómo el Globo fueron creados el mismo año, en 1908. Históricamente vivieron uno al lado del otro: Boedo y Parque Patricios, y aunque la edad los haya llevado a vivir lejos de sus orígenes son típicos vecinos que se tratan muy mal, pero que se extrañan cuando ya no están. Que se lanzan la basura de una vereda a la otra, pero en Navidad se fundan en un abrazo. Así son, amigos no reconocidos.

El Nuevo Gasómetro fue el escenario del reencuentro. Con una tarde pintada por el celeste del cielo y el amarillo del sol, esas dos camisetas se volvieron a ver. Presentes parecidos y con pasados cercanos similares, el Derby de la Capital daba su puntapié inicial.

Una de las cartas más fuertes del equipo de Apuzzo, pegaba el primer grito. Toranzo, vestido con un rojo pasión, daba la primera estocada en la tierra del Ciclón y silenciaba el campo adversario. Si nos referimos a actualidad e idolatría, el Pato figura entre los destacados para los hinchas de Huracán.

Y de la vereda de enfrente no hay una figura más elevada que la de Leandro Romagnoli. El Pipi la tomó en el borde del área, tras una buena maniobra de Matos, y encaró, con algo de bronca, a Marcos Díaz. Cruzado y abajo para que el estadio explote de emoción. No conforme con lo hecho, el capitán azulgrana no se demoró mucho en el festejo, porque en su mente no existía otra cosa que la victoria.

Tras un tiro de esquina, Caruzzo le daba la ventaja al Ciclón antes de irse al descanso. Ahora las cosas estaban en orden para los dueños de casa. El cimbronazo que había provocado Toranzo, quedaba en el pasado y el Nuevo Gasómetro era una verdadera fiesta.

Nuevamente Romagnoli hizo de las suyas. La experiencia y velocidad del Pipi llevo a San Lorenzo a los 12 pasos. Una muestra que su categoría está intacta y que todavía queda mucho por dar con la camiseta de sus amores. Matos castigó y eso fue todo.

San Lorenzo y Huracán vivieron su clásico como corresponde. Pasaron 1415 días para que estos amigos (que no se diga) se puedan juntar a disfrutar del fútbol. No los verás conversar con frecuencia, ni saludarse en público, ni desearse éxito, pero que se quieren y se necesitan eso lo sabemos todos.