Neuquén.- De la obligatoriedad a la voluntariedad en el servicio militar tuvo como hecho desencadenante la muerte del soldado conscripto Omar Carrasco del grupo de artillería 161 de Zapala. Sucedió el 6 de marzo de 1994, en circunstancias confusas como consecuencia de una golpiza la cual se presume que era una práctica frecuente en el Servicio Militar Argentino.
El SMO se impuso en el país hacia finales del siglo XIX y principios del XX. Un recorrido histórico nos lleva automáticamente a la generación del 80 y a la consolidación del estado nación con Julio Argentino Roca como su figura.
El servicio militar obligatorio le daba al Estado, entre otras cosas, la posibilidad de calificar a sus ciudadanos entre aptos y no aptos. La revisión médica era el elemento que permitía realizar ese juicio. Hoy quizá sería un escándalo, no obstante, existen conceptos como ‘esenciales’ y ‘no esenciales’, que tienen una clara raíz que se ancla en aquellos tiempos.
El servicio formaba y moldeaba ciudadanos aptos para la guerra y, en apariencia, políticamente dóciles al haber recibido una serie de preceptos morales y una estructura de obediencia a la cual respetar. Sin embargo, el pueblo no fue tan dócil y las FF.AA no dudaron en intervenir.
En los años 90, resueltos los problemas limítrofes con Chile, y con Brasil, sancionadas la ley de defensa y de seguridad interior, sostener el servicio militar obligatorio parecía inadecuado. Existía, sin embargo, una enorme resistencia y las FF.AA continuaban teniendo grados de autonomía que se reflejaban en prácticas como las que llevaron a la muerte al soldado Carrasco.
Este hecho fue el desencadenante de la reforma. Se sancionó la Ley 24.429 que establecía el servicio militar voluntario en el marco de un gobierno neo-liberal, que redistribuyó el poder hacia ámbitos más bien ligados a la seguridad interior. (Policía-Servicio Penitenciario-Justicia).